COMPORTARNOS (día 2, 12 de julio)

El segundo día del curso estuvo centrado en los comportamientos sociales. Cómo estos comportamientos están construidos (y regulados por sistemas de control como familia, educación, empleo, legislación, mercado, religión…) y cómo los tenemos introyectados-interiorizados-naturalizados. Reflexionamos sobre cómo lo comportamental nos condiciona individual y colectivamente, y tratamos de detectar patrones de conducta que se repiten. Pensamos sobre la noción de control en relación con el ejercicio de poder, sobre los sistemas de dominación y sobre las tecnologías blandas como un engranaje más de la maquinaria social, en combinación con las duras (p. e. órdenes y uniformes). La intención era identificar formas de afectar al comportamiento y plantear posibilidades de intervención desde un uso empoderado de las tecnologías blandas; para enfatizar y sofisticar o para desactivar, deconstruir y revertir algunos de los comportamientos normalizados.

Y para ello buscamos paralelismos entre teorías y experimentos psicosociales y prácticas artísticas. La encargada de dirigir esta búsqueda fue Saioa Olmo (IDEATOMICS), artista e investigadora que trabaja en torno a la conducta, la persuasión y los sistemas de afectos, a través de prácticas artísticas performativas y dinámicas grupales.

Además de las notas con las que vamos a tratar de resumir lo trabajado y de los hilos que se irán abriendo a lo largo del texto, se puede profundizar en el tema a través del completa presentación que elaboró Saioa para la ocasión, de su tesis doctoral Transarte y de otros materiales derivados de la propia investigación TECNOBLANDAS que co-dirige.

Breve recorrido por las historias del arte contemporáneo


Lo primero fue adentrarnos en el arte como posibilidad de habitar situaciones de cambio y espacios intermedios, permitiendo aventurarse, anticiparse, mantener un cuestionamiento propositivo. Romper los estereotipos de lo que habitualmente entendemos como arte de manera disciplinar, y abrir el abanico hacia otras muchas prácticas; en este caso, poniendo el foco en aquello que tiene que ver con formas de actuar, comportarse, con la conducta, las reglas…

Hicimos un recorrido desde las vanguardias hasta nuestros días, partiendo del Dadaísmo como movimiento paradigmático en su intento de romper las normas, deconstruir las convenciones, jugar con el absurdo y el azar, o transgredir lo establecido; y con el surrealismo y su cuestionamiento de “lo real”, otorgando un importante papel al subconsciente individual y colectivo. También repasamos rápidamente el Situacionismo, con sus derivas, psicogeografías y tergiversaciones, para tratar de cambiar los hábitos y rutinas con que articulamos nuestras vidas; el Happening, el Fluxus, el Accionismo y el Body-Art, llevando la mezcla entre arte y vida hasta las últimas consecuencias; o el Arte Conceptual y las propuestas artísticas como partitura de instrucciones.

Desde los 60 proliferan prácticas artísticas muy ligadas a lo sociológico, a la economía, a la intervención en el espacio público, a otros muchos campos sociales habitualmente entendidos como extra-artísticos, que de esta forma se abren a la nuevos enfoques y análisis y a la producción de nuevas subjetividades. Prácticas contextuales implicadas directamente con lo que sucede a su alrededor. Por poner tres ejemplos de los muchos que desgranó Saioa: el cuidado, la atención y el interés por lo público de Mierle Laderman y su Manifesto for Maintenance Art, los manifiestos y el método interrogativo del Collectif d’Art Sociologique o las investigaciones de Stephen Willats sobre relaciones humanas cruzando el arte con la sociología, la cibernética o la semiótica.

Sin olvidarnos de muchas prácticas de los 80, ligadas por ejemplo a feminismo y cuestiones de género o al VIH, dimos un salto hasta la Estética Relacional en los 90, una corriente artística teorizada por Nicolas Bourriaud, caracteriza por dar preponderancia a las relaciones que se establecen entre y con los sujetos a quienes se dirige la dinámica artística que al propio objeto artístico. Una controvertida y denostada etiqueta sobre la que quizá convendría hacer una revisión crítica, que más allá de reforzar su estereotipo formalista y sus muchas contradicciones, rescate o trajese a debate ciertos valores, intenciones y prácticas.

Una lógica, esta de trabajar en torno a los comportamientos sociales, que siendo periférica en el sistema hegemónico del arte, se mantiene muy viva y está cogiendo numerosas derivadas, a veces visibles, casi siempre invisibles. Son prácticas artísticas que están insertadas o diluidas en las dinámicas de las que forman parte, en las comunidades con las que están comprometidas, prácticas artísticas que cada vez se desarrollan más de forma colectiva y colaborativa, en las que las tecnologías blandas tienen que ver tanto con el qué, el para qué y el cómo. Unas tecnologías blandas que no son tanto eso que llamamos cultura, sino los dispositivos con que esa cultura se despliega.

Una batería de teorías, experimentos, herramientas y juegos sociales

Después de este recorrido por las artes Saioa nos redirigió hacia las ciencias sociales y sus dispositivos de experimentación, buscando a la vez paralelismos con distintos proyectos artísticos.

Empezamos por uno de los pioneros de la dinámica de grupos, Kurt Lewin y su teoría del campo de fuerzas, con un modelo de cambio basado en la secuencia: descongelación (articular un entorno y proceso que posibilite la participación activa) > cambio (nuevo sistema de creencias) > recongelación (generación de rutinas).

Conocimos experimentos como el de Stanley Milgram sobre la obediencia a la autoridad o el de Philip Zimbardo en la cárcel de Standford sobre el poder de las situaciones sociales. El paradigma de Solomon Asch que relaciona la conformidad social con la creencia personal en base a la presión del grupo sobre las decisiones individuales, o el dilema de Garret Hardin sobre la tragedia de los comunes y si prevalece el interés individual sobre la conservación de un recurso compartido.

A través de Nico Frijda entendimos las emociones como consecuencia de un proceso inconsciente y aprendimos a diferenciarlas de los sentimientos. Las emociones son procesos biológicos espontáneos que escapan a nuestro control (pero predecibles: aparecen, crecen y se desvanecen), son fuerzas motivadoras que nos preparan para la acción. Los sentimientos en cambio, son nuestras interpretaciones conscientes de las propias emociones, que nos llevan a tomar decisiones.

Hablamos de la educación como principal proceso de socialización, de normalización, que nos inculca como superior la cultura de la clase dominante (Pierre Bourdieu). De la escuela como dispositivo de reproducción de las necesidades implícitas del capitalismo (la estructura de las relaciones sociales en la educación habitúa al estudiante a la disciplina del ámbito laboral) y control de clase, conformándonos para ocupar el lugar que nos corresponde (Samuel Bowles y Herbert Gintis). Y del currículum oculto (Philip W. Jackson) como herramienta de forja de la personalidad del alumnado a través de las interacciones cotidianas en clase, que fijan comportamientos, valores y creencias.

Hablamos también de Herbert Marcuse y su hombre unidimensional, consumidor incapaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu; de Arlie Russell Hochschild y la alienación de las propias emociones, y de la posibilidad de expresar de forma espontánea y natural una emoción real autoinducida (Konstantin Stanislavski).

Con Edward Tolman transitamos por los mapas cognitivos y la teoría del aprendizaje latente. Y supimos que hay un aprendizaje no intencional, independiente a cualquier incentivo, que se produce en el fuera de campo del transcurso de la vida cotidiana. Un aprendizaje que sólo se activa cuando en determinado momento precisamos de lo aprendido, haciéndonos más conscientes de cosas que en otro momento nos resultan invisibles.

Pichón-Riviere nos sirvió para introducirnos en la idea de grupo operativo y la posibilidad de utilizar la grupalidad como instrumento para el cambio. El grupo como un conjunto de personas con un objetivo común que abordar operando como equipo. El proceso grupal, dividido en tres fases: 1. pretarea (constitución del grupo y emergencia de las ansiedades básicas), 2. tarea (elaboración de las ansiedades básicas) y 3. proyecto (fijar objetivos y planificación más allá del aquí y ahora). Y la identificación y reparto de roles en el grupo operativo: líder, chivo emisario, portavoz, saboteador, masa silenciosa…

De los grupos pasamos a los conjuntos y al principio de inclusión y exclusión, tomando como ejemplo el concepto de homosociabilidad de Rosabeth M. Kanter, según el cual los varones se sienten más cómodos entre sus pares y como género dominante, eso genera la infra-representación social de las mujeres. Y de los conjuntos al etiquetado de Howard S. Becker, a la determinación de nuestra conducta por cómo somos descritos y clasificados.

Volvimos a Herbert Marcuse y desde su Eros y civilización nos preguntamos si es posible una civilización no represiva y cómo combinar el principio de realidad y el principio de deseo. Con William B. Irvine tratamos sobre la construcción psicosocial del deseo y por qué queremos lo que queremos, conocimos el sistema biológico de incentivos y castigos, así como los deseos instrumentales y de fin de cadena.

Y de ahí nos acercamos a la teoría del análisis transaccional de Eric Berne y su libro Juegos en que participamos para prestar especial atención a los juegos psicológicos (secuencias de transacciones que intercambiamos en nuestras relaciones sociales con las cuales intentamos sacar un beneficio con alguna treta). Nos percatamos de que “jugamos” todo el tiempo: juegos de estatus y poder, juegos de flirteo y sexuales, juegos de estrategia y competición, juegos con amigos, en familia, en el trabajo… Descubrimos algunos de estos juegos bajo patrones de conducta identificados significativamente como: ¿Por qué siempre me pasa a mí?, El mío es mejor que el tuyo, Estúpido, Alboroto, ¿Por qué no…? Sí, pero…

Por otro lado lado también vimos más juegos y herramientas de trabajo grupal, como las técnicas psicodramáticas de Jacob Levy Moreno, los caldeamientos, el sociograma o el role-playing pedagógico; el teatro forum y el teatro invisible de Augusto Boal; y otros planteamientos de resultados probables como El dilema del prisionero o la Destrucción mutua asegurada.

Y para terminar este periplo, una referencia que también nos dejó Amador: François Jullien y su ‘Tratado de la eficacia’, sobre el manejo de la incertidumbre, los esquemas abiertos y la actitud de no-búsqueda directa del efecto, sino el poner las condiciones para que acontezca y ponerse en situación de recogerlo.

Ciencias sociales y prácticas artísticas atravesándose

Este recorrido por las ciencias sociales estuvo atravesado continuamente por numerosos ejemplos de artistas que utilizan las teorías y herramientas en su trabajo. Casos que aparecen referenciados en el prezi de Saioa, como: Allan Kaprow, Antoni Abad, Artur Zmijewski, Dora García, Eva y Franco Mattes, Iratxe Jaio y Klaas van Gorkum, Judy Chicago, Leslie Labowitz-Starus, Losquequedan, Maija Hirvanen, Mierle Ladermann, Mmmm…, Roger Bernat, Sophie Calle, Superflex, Tino Seghal… ¡Y tantos otros!

Al final de la mañana nos detuvimos un poco más en algunos trabajos de la propia Saioa, en los que lo comportamental, lo relacional y las tecnologías blandas ocupan un lugar principal. Proyectos que en muchos casos se desarrollan como un proceso de experimentación en sí mismos (no tanto como un experimento controlado); en los que se juega con la realidad y sus reglas; se evidencian y se mueven los límites, que dependen del rol que se desempeña en cada situación y de las condiciones en que se desarrolla la propia situación; y se trabaja poéticamente con los símbolos tratando de alterar subjetividades individuales y colectivas.

Nos quedamos con tres ejemplos: Deseos indisciplinados en el que jugando con pomperos y pompas a modo de máquinas deseantes, se pregunta sobre cómo damos forma a nuestros deseos, cómo transgredir los límites de lo deseable, sobre el deseo como antesala de la acción o sobre la posibilidad de proyectar deseos colectivamente; EROMECÁNICA, una serie de performances y ahora un libro sobre la erótica de la maquinaria social y la gestión del poder y los dispositivos disciplinares; y TÚ NO, una acción de PlataformaA para desvelar los criterios naturalizados e invisibilizados de inclusión y exclusión con los que funciona el sistema, para llevar al límite las convenciones y violentar la violencia simbólica. Y además, la puerta abierta a su web y a BIOTRACKS, un libro que a modo de código fuente recoge gran parte de los proyectos de Saioa desde el 2000.

Y terminamos la mañana hablando sobre la necesidad de cuestionar el método científico, sus instituciones y convenciones para abrirnos a otras formas de generar conocimiento; sobre no acomplejarse a la hora de reconocer el arte como otra forma de investigación tan legítima como la científica; y sobre profundizar y diversificar en las transferencias y contaminaciones entre disciplinas, prestando también más atención a sus impactos. Con este runrun nos fuimos a comer.

Máquinas Abstractas

Por la tarde nos propusimos jugar. La invitación de Saioa era inventar colectivamente máquinas abstractas (a modo de escenas teatralizadas, juegos participativos o dinámicas grupales) que nos permitieran experimentar ciertas situaciones reales vividas a modo de prototipo, utilizando alguna de las tecnologías blandas que habíamos compartido por la mañana (reglas, estrategias, límites, roles, condiciones…).

Para ayudarnos a armar el juego, Saioa explicó cómo se utiliza  la idea de “máquina abstracta” en distintos ámbitos del saber: en las ciencias de computación, como herramienta para probar un modelo teórico; en la filosofía, como un conjunto de operaciones permitidas para producir agenciamientos y transiciones entre materias no formadas y funciones no formales; o en el arte, como dispositivo que plantea un escenario hipotético que nos ayuda a entender / representar / afectar a un escenario real. Por otro lado, el concepto de “máquinas sociales” se planteó como esas estructuras intangibles en las que se organiza la sociedad y de las que formamos parte, que cuando mejor funcionan es cuando las tenemos interiorizadas, cuando las encarnamos sin darnos cuenta. Son máquinas que elucubramos que son factibles de hackear a través de un conocimiento empoderado de las tecnologías blandas.

Creamos juegos y jugamos.

Pasamos la tarde disfrutando de lo que puede dar de sí el juego.

Seis juegos: Ama, Decisiones vitales, Miskidow, Encaje de brujas, El baile y Entre gobernar y habitar.

Aquí dejamos un documento con más información sobre estos juegos, para que puedas jugarlos o que cada cual se lance a inventar los propios.