Tecnologías Blandas y Prácticas Artísticas

Os presentamos el texto con que Saioa Olmo Alonso recoge y actualiza los contenidos de su presentación del día 16 de octubre de 2015. Puedes descargar la versión PDF, aquí.

Qué son

El palabro “Tecnologías blandas”

Nos da la sensación de que entendemos las palabras por separado, juntas creemos que sabemos a qué se refieren (aunque no lo sepamos en realidad) e intuimos que existen tecnologías más allá de la tradicional imagen de tecnología de tintes futuristas, aunque nunca nos vengan de primeras a la cabeza. Somos capaces de discernir fácilmente “lo blando”, pero el concepto puede tener un recorrido mayor. Y sobre “prácticas artísticas”, la palabra “arte” a secas nos dejaría más tranquilas, no obstante, “prácticas artísticas” no se nos hace tan lejana.

Las identificaciones visuales

Si metemos la palabra en el motor de búsqueda de imágenes de Google, la tecnología es azul, es un conjunto de máquinas de circuitos electrónicos e informacionales y curiosamente, tienen a un hombre de traje y corbata por detrás que las sostiene entre sus manos. Tendremos que mover el scroll hacia abajo y pasar bastantes imágenes más, hasta llegar a toparnos con una mujer y unas cuantas más para encontrarnos a una mujer que tenga la tecnología a su servicio y el mundo en sus manos en vez de estar ella al servicio de la tecnología.

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Esto es simplemente lo que nos muestra el algoritmo de Google, pero es probable que esta imagen no diste mucho del imaginario colectivo que compartimos y del que nos retroalimentamos a través de esta plataforma. Como buen sistema dinámico, aprende de nosotras y nosotras de él. Si entramos en las imágenes y bucemos en los conceptos asociados que ilustra, hallaremos: empresa, competitividad, más avanzado, educación, calidad, digital, servicio…

Vayamos a ver qué pasa si introducimos la palabra blando . Aparecen imágenes de tonos cálidos, productos alimenticios que se deshacen, objetos cotidianos mullidos y cuerpos en toda su fisicidad, incluso enfermos. Una imagen que dista mucho de la de los cuerpos y objetos abstractos e idealizados que hemos visto en el caso anterior.

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Término de búsqueda en google: blando [consultado:15-10-2015]

Nosotras, sin embargo, no vamos a quedarnos en estas acepciones literales de la palabra y vamos a utilizar la idea de “blando” de un modo más expandido, incluyendo en ella también imágenes que se refieren a cuestiones tales como: la aplicación de normas, los dispositivos de control, los modos de ejercer la autoridad, la transmisión de ideas, la organización de equipos, la disposición de elementos en el espacio, los castigos, los incentivos, las estrategias, las tácticas, las planificaciones… Todas ellas visualizaciones que nos llevan a un terreno intangible que se construye en la interacción humana y contextual.

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En tercer lugar, inspeccionemos el concepto de “prácticas artísticas”, que facilita la comprensión del quehacer artístico como una actividad que abarca aspectos relativos a la actividad del artista, más allá de la propia formalización material de una obra de arte.

Para definir lo que entenderemos como el campo artístico recurriremos a una cita de Javier Tudela correspondiente a su artículo “Cuando arte es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?” (TUDELA, Javier. Cuando arte es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? AAVV. Ikas-art. 1er Encuentro de Arte Universitario. Enkartur, 2008, págs. 275-282.), que dice así:

“cada vez que introducimos obras en los cajones categoriales de las disciplinas artísticas, no solo estamos obligados a hacer operaciones en esos dispositivos que introducimos, sino que también estamos obligados a reconstruir el propio cajón categorial.”

Es precisamente esto lo que pretendemos hacer con estas sesiones de creación de una ontología en torno a la idea de “tecnología blanda”: rehacer el cajón categorial de lo que se considera “tecnología”. Y nos aprovechamos precisamente de estar en el contexto de una facultad de arte, auspiciadas por un departamento que se llama “Arte y Tecnología”, para que la exploración de este concepto pueda tener efectos y retornos inmediatos más fácilmente. El arte es una de esas actividades humanas que nos permite pensarnos y pensar nuestro entorno de maneras divergentes… y para ello debemos establecer también las bases de nuestro terreno de juego, para que lo que hagamos se asiente bien sobre él.

Las definiciones

Para entender a qué se refiere exactamente el término “tecnología” es interesante analizarlo en relación a otros términos con lo que se emparenta, como ciencia, teoría, técnica y herramienta.

Llamamos tecnología al “conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”, es decir, los procesos, conocimientos y técnicas utilizadas para satisfacer necesidades humanas, utilizando los saberes de la ciencia de manera práctica. La cuestión aquí es a qué llamamos conocimiento científico. A nivel popular se tiende a identificar el científico con el conocimiento de las ciencias exactas, fisicoquímicas y naturales. Sin embargo “ciencia” se definiría como “conjunto ordenado de conocimientos estructurados sistemáticamente” y por tanto, donde entrarían conocimientos de distintos ámbitos, no únicamente los de las ciencias entendidas como “duras”. Se llamaría “teoría” a “un conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación”. “Técnica” sería “un procedimiento o conjunto de reglas, normas o protocolos que tiene como objetivo obtener un resultado”, por tanto nos situaríamos en un ámbito más práctico. Finalmente “herramienta”, se referiría a “un instrumento, máquina o utensilio que se usa para facilitar la realización de una tarea”, sin que necesariamente tenga que ser entendido como aparato tangible.

Si pasamos a inspeccionar el término “blando” nos preguntaremos de dónde sale este adjetivo tan sensorial y hacia dónde nos lleva. En castellano “blando” se emparenta principalmente con una cualidad de un elemento que cede al tacto. Sin embargo, su traducción en inglés, “soft”, nos remite a un espectro de significados más amplio: mullido y suave en primer lugar, pero también amable, delicado o débil e incluso impreciso, indefinido o difuso. Así mismo, nos encontramos con conceptos en inglés que usan el término “soft” y que entroncan con el ámbito de trabajo que estamos tratando de delimitar. Así soft power (poder blando), es un término que se empezó a acuñar por Joseph Nye, profesor de la Universidad de Harvard en 1990, en su libro Bound to Lead: The Changing Nature of American Power, para referirse dentro del mundo de las relaciones internacionales, a la capacidad de un actor político para incidir en acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos. Otro término relacionado sería soft sell (publicidad subliminal) y una acepción que nos interesa especialmente soft skills (habilidades sociales).

No somos originales en esto de usar la palabra “tecnología” para usos más “blandos” de los que le solemos asociar, de hecho, muchos son los autores que desde las ciencias humanas han venido utilizando el término en este sentido. Eso sí, venimos con intención de construir a partir de lo que hay, con vocación divulgativa y con el puño en alto.

Así por ejemplo Michael Foucault en su libro “Tecnologías del yo” (Paidós Ibérica, 1990) nos habla de 4 tipos principales de “tecnologías”:

  1. Tecnologías de producción, que nos permiten producir transformar o manipular cosas.
  2. Tecnologías de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sentidos, símbolos o significaciones.
  3. Tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto
  4. Tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismo con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad.

Donna Haraway en “Ciencia, cyborgs y mujeres. La invención de la naturaleza” (Ediciones Cátedra, 1995) nos habla de las tecnologías en relación a su capacidad para proponer perspectivas sobre el mundo:

… las tecnologías son prácticas habilidosas. ¿Cómo ver? ¿Desde dónde ver? ¿Qué limita la visión? ¿Para qué mirar? ¿Con quién ser? ¿Quién logra tener más de un punto de vista? ¿ A quién se ciega? ¿Quién se tapa los ojos? ¿Quién interpreta el campo visual? ¿Qué otros poderes sensoriales deseamos cultivar además de la visión?

Y Lewis Mumford en su texto de “La megamáquina” (MUMFORD, Lewis. El mito de la máquina),  ahonda en la idea de máquinas invisibles (la máquina del trabajo, la máquina militar, la máquina de comunicaciones) como proezas tecnológicas que configurarían la Gran Máquina colectiva de la organización social.

Sobre la propia categorización

No nos hemos inventado nada. Tecnologías blandas es una entrada específica de Wikipedia  y otras entradas más generales incluyen también esta denominación. Aún así, existen posiciones críticas que sostienen que las tecnologías no pueden ser ni duras ni blandas, sino que lo que se puede clasificar como duro o blando es el producto tecnológico.

Así mismo, alguien podría achacarnos que estamos desvirtuando el sentido de la palabra tecnología, utilizándola de manera metafórica y evocadora para nuestros propios intereses, pero en realidad no es así. Lo que estamos es reclamando el uso de la palabra tecnología en su sentido completo, extrayéndolo del secuestro al que está sometido por las ciencias naturales y exactas (física, medicina, matemáticas…) y por los discursos de la innovación maquinal digital.

Por otra parte, si miramos la categorización de tecnologías duras y blandas desde un punto de vista de género y feminista, podemos preguntarnos si nos estamos haciendo un flaco favor al contribuir a construir una categoría, que pareciera fomentar un enfoque dual (duro-blando), que curiosamente replica en muchas cualidades asociadas a los estereotipos de masculino-femenino y que nos lleva a pensar de un modo polarizado, cuando sabemos que la realidad es mucho más híbrida y queer de lo que se desprende de la simplificación categorial. Podríamos optar por tanto por una palabra que nos permita salirnos tangencialmente de este eje de dos polos con un término como “tecnologías sociales”. Sin embargo hay varias razones por las que nos parece interesante hacer nuestra apuesta a partir del concepto “tecnologías blandas”. Por un lado sirve como estrategia de choque frente a una concepción ya establecida y ampliamente difundida de lo que se entiendo por tecnología. En segundo lugar, se relaciona con una serie de acepciones que hemos mencionado antes y que consideramos de interés. En tercer lugar, “tecnologías blandas” es un buen paraguas para hacer una subcategorización en base a tres áreas de actuación: tecnologías comportamentales (códigos cívicos, protocolos de castigos e incentivos, herramientas pedagógicas…), tecnologías comunicacionales (del lenguaje verbal y no verbal como gestos, tonos…) y tecnologías organizativas (modelos de estructuras, logística…).

Por último, habrá quien muestre reticencias a darle importancia a esta cuestión categorial, sin embargo hay distintos intereses que nos llevan a interesarnos por esta cuestión. Por ejemplo, la constatación de que “lo que no se nombra no existe” (George Steiner) , o existe con mayor dificultad ya que no tiene un sitio identificado y asignado, obligado a adaptarse a una estructura preexistente no pensada para ello. Así mismo podemos intuir que dependiendo cómo denominamos una realidad pensaremos sobre ella de un modo u otro, ya que parte de nuestro pensamiento discurre a través de palabras (La hipótesis del determinismo nominativo nos habla de cómo los nombres y apellidos que utilizamos para referirnos  a las personas pudieran influir en cómo esas personas se piensan a sí mismas.). Además, las palabras llevan asociadas a ellas valores y status diferentes dentro de una jerarquía de valor consensuado socialmente. Estamos jugando a valorizar y consolidar un ámbito de conocimiento que por distintas cuestiones queda relegado a un segundo plano.

Las ramas

A éstas alturas de la exposición, parece lícita la pregunta “¿pero cuáles son las tecnologías blandas?”. Más que ser capaces de identificar cuáles son las tecnologías blandas se suele hablar de ramas o áreas de aplicación: la administración o gestión, lo organizativo, la contabilidad, el marketing, la psicología organizacional, el desarrollo de software y la educación. Unos ámbitos en los que prima la generación de artefactos intangibles.

Por su parte, las ramas de las tecnologías duras serían: las matemáticas, la física, la química, la ingeniería, las telecomunicaciones, la mecánica…

Lo interesante de las tecnologías blandas para el arte

Este interés por las tecnologías blandas, es un intento por conocerlas y manejarlas, en definitiva para “poder” más desde el arte. Es una apuesta por explorar y llevar a la capacidad transformadora del arte al máximo de sus posibilidades.

Es también la convicción de que, como en palabras de Herbert Marcuse, “un sistema determina a priori el producto del aparato, tanto como las operaciones realizadas para servirlo y extenderlo” y por tanto, que hay que afectar al sistema, en este caso el del arte, para que desde éste se produzcan cambios.

Así mismo, el arte puede contribuir a visualizar manejos cotidianos y estructurales del poder que pasan desapercibidos, gracias a su capacidad de conectar con las personas a través de procesos no sólo secundarios sino también primarios (Freud alude a dos modos de funcionamiento psíquico: el primario, que caracteriza al sistema inconsciente y el secundario, que caracteriza al sistema preconsciente-consciente.).

Por último, terminar con una serie de ejemplos que ayuden a visualizar las tecnologías blandas en las prácticas artísticas contemporáneas, tal y como hicimos también al inicio de esta exposición con los conceptos de “tecnología” y de “lo blando”.

Apuntar por un lado a investigaciones informales que indagan en procesos que utilizan las tecnologías para aplicarlas a ámbitos artísticos, creativos y sociales, como: “Soft” (2012) de Pink Gorillas sobre cómo preservar la calidad en el arte; las residencias “Copylove” (2012), impulsadas por Zemos98, ColaBoraBora y Rubén Martínez; y la investigación de “LoRelacional” (2013-2015) de Eider Ayerdi, Txelu Balboa, M’angel Manovell, Saioa Olmo y Marta Villota.

Mencionar también propuestas artísticas en las que las tecnologías blandas ocupan un espacio central del proyecto aunque no estén identificadas con este nombre (proyectos que exploran los comportamientos, lo grupal, lo colectivo, los gestos, las instrucciones, el movimiento coreografiado, los aprendizajes…). Por ejemplo: el vídeo “Them” (2007) de Artur Zmijewski, “Projectblanc” (2008) del colectivo Control+Zeta y Miniature, “Los aduladores” (2008) de Mmmm, “Últimas palabras” (2013) de Iratxe Jaio y Klaas van Gorkum, “Police training” (2011) de The Social Experiment, “Torneo Passion” (2009) de Furallefalle, “The Unilever Series” (2011) de Tino Seghal, “Dominio Público (2010) de Roger Bernat y “La lección de respiración” (2001) de Dora García.

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